jueves, 10 de octubre de 2013

Crispa y Cachito


Era una tarde de invierno en una aldea llamada Cochepa. La aldea era moderna y estaba habitada por personas más bien jóvenes que se dedicaban a la cría de rebaños de ovejas y cabras. También al cuidado de sus campos y granjas de las que vivían .
En una casita de Cochepa, vivía una familia formada por una señora llamada Noelia, su esposo Álvaro, y la hija de ambos, Alelí de 9 años, una chiquilla muy guapa. Tenía los ojos de color gris muy grandes y dos espesas trenzas largas de color negro que su mamá peinaba con un peine de marfil.
Alelí no tenía hermanitos para jugar y se entretenía visitando cachorritos de perro mientras los adultos se dedicaban a cuidar de los rebaños cuando iban a pastar con sus amos.
Esa tarde, como era invierno hacía mucho frío y nevaba. Alelí decidió dar un paseo por la aldea. Su mamá Noelia la abrigó muy bien y le advirtió del peligro que podía correr por la nieve. Luego le dio un beso muy fuerte.
Alelí era una niña muy precavida, buena y responsable, por eso caminaba despacito, para no caer al suelo y hacerse daño.
Después de caminar un rato, encontró entre los matorrales a una perra y a su cachorrito. La perra estaba herida en el suelo sin poder andar. Cogió entre sus brazos al cachorro que era de color canela y algunas manchitas blancas. Eran de raza auténtica y tenían abundante pelo. El cachorro parecía una bolita. Tenía hambre y frío pero su madre no podía amamantarlo. Lo metió dentro del bolsillo de su abrigo polar y sin pensarlo dos veces acudió a la casa mas cercana que había en busca de ayuda.
Llamó al timbre, llorando, pues sabía que los perros corrían peligro. Abrió la puerta un joven de unos veinte años de edad y extrañado le preguntó:¿Qué te trae por aquí pequeña?
- Me llamo Alelí, vivo en esta aldea y estoy en un apuro
- Me llamo Cortés, por favor, dime lo que te ocurre 
- Pues mire, cerca de aquí hay una perra que está herida y no puede caminar ni dar de comer a este cachorrito 
El chico le dijo:
- no te preocupes pequeña, porque te vamos a ayudar. Dio un silbido y al instante acudió su familia.
- Mamá, voy a recoger a una perra que está herida. Y vosotros mientras, intentad que la gata Salvadora dé de mamar al perrito, pues es muy pequeñito y no le podemos dar biberón. 
La mamá de Cortés le dijo a Alelí : 
- mira pequeña, ve con mi hija Perla a avisar a tus padres de lo que ocurre. Cuando regreséis, tendréis noticias nuevas. 
Alelí obedeció a la señora Lupe y fue acompañada de Perla a su casa. Los padres de Alelí se preocuparon, pues estaba muy compungida. La niña explicó detalladamente todo lo ocurrido y fueron inmediatamente a casa de la familia Cascada, donde fueron muy bien recibidos por la familia de Cortés. 
Dijo la señora Lupe: 
- mi hijo ha ido a la consulta del veterinario y mamá Salvadora está dando de mamar al cachorrín.
El señor Cascada preguntó a Alelí:
- ¿has pensado que nombre les vas a poner? 
- Sí señor. A la perra “Crispa” y al cachorro “Cachito”.
Y dirigiéndose a sus padres les dijo:
- Papa. Mamá. Ya que no tengo un hermanito o hermanita con quien jugar, ¿porqué no me dejáis que me quede con la perra y su hijito?
A lo que su madre le respondió: “mira hija, no tienes un hermanito con quien jugar porque el cielo no lo a permitido., pero como eres muy buena, aplicada y responsable, adoptaremos a Crispa y a Cachito. Pagaremos todos los gastos del veterinario y todas las molestias ocasionadas a la familia Cascada”.
Así fue; Crispa se curó y la preciosa gata Salvadora amamantó a Cachito hasta que éste pudo tomar biberón.
Su papá, Álvaro, le dijo a su hija: “ahora, Alelí, te ocuparás de cuidar a los perros, ya que tenemos un hermoso jardín.
Alelí, emocionada y feliz abrazó y besó muy fuertemente a sus papás.




Montse

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