El niño o la niña interior, que
poseemos cada uno de nosotros en nuestro interior, sabe bien lo que
es imaginar y crear. Hay mucha gente que por el hecho de tener una
determinada edad no tiene ya creatividad, parece que creen que la
creatividad es limitada y que se termina, otra gente piensa que no
tiene creatividad, se niegan a si mismos su propia creatividad, sin
embargo cuando dejan salir a su niño o niña interior se asombran de
la capacidad que tienen. La niña o niño interior plasma imaginación
y luego crea a base de ello y lo materializa, ¿cómo se puede decir
que la imaginación no sirve para nada, que es basura, que es cosa de
niños, que no es cosa de adultos?. Cuando estamos ante la niña o el
niño interior y lo vemos, eso nos trae creatividad y
materialización; nos asombra y nos quedamos con la boca cerrada
incapaces de decir nada, aprendemos, sentimos, vemos como la
creatividad es ilimitada, no tiene paro, cada vez nos gusta más y
queremos más creatividad. Hay que cuidar ese niño o niña interior
hay que darle su espacio, pero ojo la creatividad también se puede
utilizar para dañar a otros, y damos un paso hacia atrás en vez de
ir hacia delante y nos lastimamos y nos frustramos porque no lo hemos
conseguido en nosotros mismos, en cambio cuando utilizamos la
creatividad para crecer y pasárnoslo bien va bien todo y encima
tenemos una experiencia que nadie nos puede negar porque ha sido
materializado por nosotros mismos, en nosotros. Si usamos la
creatividad para expandirnos a través de otros damos un paso en
falso y volvemos hacia atrás es una trampa que utilizada así nos
frustra el tema de la creatividad, si necesitamos preguntar a otro
sobre si nuestra creatividad es buena y que sea el otro con ese
derecho a decidir por nosotros mismos, estamos dejando nuestro poder
en manos de otros y el otro con todo el derecho a decir si le gusta o
no, si estamos esperando que el otro de valor a lo que nosotros hemos
creado podemos fracasar porque si el otro dice que no le gusta, nos
hundimos nos sentimos fracasados y tiramos al cubo de la basura la
creatividad nuestra, simplemente por no darle ese valor nosotros
mismos en lugar de dejar a otros que decidan, así pasa el tiempo con
resentimiento y rencor hacia quien no nos ha dado con sus palabras
el valor que merece nuestra creatividad, y viendo como los demás si
son creativos. Hay que tener paciencia, muchas veces la impaciencia
frustra la creatividad y tiramos al cubo de la basura algo
importante.
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